• León David P.

  • 30 Noviembre, 2020

Si la montaña no va a Mahoma

La literatura es una de mis bellas artes favoritas.
La lectura es una de mis actividades favoritas.
Leo casi todo el tiempo. Leo artículos, libros técnicos, cultura general, novelas, cuentos…

Leo porque me gusta, pero también porque estoy convencido de que las personas que más leen son las que tienen mejores conversaciones, las que aportan más a los demás, las que tienen mejores posibilidades de evolucionar como seres humanos y lograr desarrollar permanentemente una mejor versión de sí mismos.

Por eso me preocupa que el mexicano promedio lea tan poco: apenas 3 libros al año. ¿Por qué sostengo que es poco? Por ejemplo, los alemanes leen 12 libros en promedio al año. Si analizamos la cantidad de personas alfabetas mayores de 18 años que leen, el asunto se pone más crítico, en México sólo 7 de cada 10 leen, y esta cifra ha venido bajando drásticamente en los últimos años. Según el INEGI, hace cuatro años leían 8 de cada 10 mexicanos (¿una caída del 10% en tan poco tiempo?!!).

¿Los libros son el problema?
No. Si consideramos todo lo demás que se puede leer: revistas, periódicos, sitios web, etc., en promedio, los mexicanos leemos 5 horas a la semana, mientras que en la India leen en promedio más de 10 horas a la semana.


Durante años, he visto cientos de campañas de entes públicos y privados orientadas a fomentar la lectura. Claramente han sido un fracaso, un gasto absurdo de recursos. Esfuerzos estériles que dan ternura (en el mejor de los casos). Parece que, hagamos lo que hagamos, la lectura tiende a caer con el tiempo, y no sólo en México.

Después de documentarme al respecto, tengo 3 hipótesis principales: La primera es que para leer se requiere tener un hábito que nos inculcan desde pequeños (ya valió). La segunda es que la tecnología nos ha vuelto más fácil el proceso de adquirir información y conocimiento (peor cosa). En otras palabras, leer es difícil, requiere muchos recursos de nuestras mentes y de nuestros cuerpos, así que mejor no leemos.

Tercera hipótesis: de las cualidades más escasas en el humano de estos tiempos es la capacidad de concentración. Puedes hacer muchas cosas sin estar plenamente concentrado: charlar, comer, hasta manejar un auto (aunque no es para nada deseable). Pero no puedes leer si no estás concentrado, ¡no hay manera!

Querido/a lector/a, con respeto y cero condescendencia te propongo que hagamos tres cosas: Primera: asumamos la responsabilidad de que nuestros hijos tengan el hábito de la lectura. Al menos un libro al día, pequeño, sencillo, divertido. Pero al menos uno al día, de preferencia antes de dormir, como parte del ritual de sueño. Verás que su mundo se enriquece, su imaginación se desarrolla, serán más felices y tendrán una herramienta que los hará más competitivos y aptos para alcanzar la plenitud.

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Segunda: practiquemos la atención. El yoga, el budismo o cualquier otra disciplina que utilice la meditación como herramienta te será útil. Pero si no tienes tiempo para eso, recomiendo practicar en el día a día. Intentemos al comer no pensar en otra cosa ni hacer otra cosa, concentrarnos en los sabores, los olores, las texturas de lo que estamos comiendo. Y lo mismo al momento de hacer cualquier otra actividad cotidiana, tratar de enfocar la mente en sólo esa actividad. Si practicamos la atención y la concentración, será más fácil leer.

Tercera: quizás no debamos cerrarnos a que la lectura es la única forma para que las personas adquieran información y conocimiento, para que se auto-transformen y mejoren, mejorando así a las sociedades. El libro evolucionó en “ebook” (pero no resuelve el problema de que la gente no lee), también desde hace varios años existen audiolibros (no encontré estadísticas al respecto, pero dudo que sean datos alentadores)... Yo pienso que el futuro del libro es algo parecido a un curso en línea como los de Polimatía. La base del curso es uno o más libros, lo hacemos atractivo con una escaleta y un guión, lo fraccionamos en pequeñas cápsulas de video de unos 5 minutos cada una, agregamos infografías y otros materiales e imágenes de gran atractivo. Esta es nuestra forma de decir “Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña”.

¿Qué opinas? ¿Cómo te imaginas los libros del futuro? ¿Ya conoces nuestros cursos?

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